jueves, 23 de agosto de 2018

EL LEGENDARIO RODOLFO GÓMEZ


Rodolfo Gómez Orozco nació el 30 de octubre de 1950 en Naucalpan, Estado de México, es un atleta (maratonista) mexicano ya retirado de las pruebas de larga distancia. Representó a México en los años 1970 y 1980. Ganó el Maratón Internacional de Tokio (1981), el Maratón de Oro en Atenas (1982), el Maratón de Rotterdam (1982), el Maratón de Oregon (1982), el Maratón de Pittsburgh (1987) y el Maratón de la Ciudad de México (1987).

Gómez se inscribió en la Escuela Militar de Educación Física y participó en el plan de estudios de Especialización en Atletismo enseñada por el Comité Olímpico Internacional. Obtuvo una beca para asistir a la Universidad de Texas en El Paso, Donde obtuvo una Licenciatura en Educación Física con honores.

En los Juegos Olímpicos de Montreal’ 76Rodolfo Gómez terminó en el lugar décimo octavo en la prueba del Maratón. El alemán oriental Waldemar Cierpinski ganaría la carrera de los 42,195 metros con un registro de 2:09:55, que en ese momento fue Récord Olímpico.

Cuentan que el propio Rodolfo, a su regreso a México, mientras veía por televisión un resumen del Maratón Olimpico y otros eventos de la Olimpiada de Montreal, al ver las imágenes del atleta alemán entrando al estadio por la puerta de Maratón pensó en voz alta “¡el próximo Maratón Olímpico lo gano yo!”. Rodolfo ya era un maratonista experimentado, con un prestigio ganado a pulso en el medio nacional, pero en ese momento, ver en videotape su derrota y ver triunfador a otro corredor con un tiempo que él consideraba accesible a sus posibilidades, hizo nacer en él un sueño… el sueño de verse en lo más alto del podio en Moscú en 1980.

A nivel internacional, en los años 70’s Rodolfo era un aguerrido pero semi - desconocido “diezmilero”, y lo siguió siendo hasta que en 1979 ganó para México el oro en los 10,000 metros en los Juegos Panamericanos de San Juan, Puerto Rico. Sin embargo, toda la planeación de sus entrenamientos a largo plazo ya estaba, desde entonces y aún antes, enfocada a cumplir su sueño olímpico: ganar el Maratón en La Olimpiada de Moscú.

Con el pretexto de la invasión a Afganistán por la Unión Soviética, los Olímpicos de 1980 fueron manchados por el boicot de Estados Unidos y otros países, lo que hizo que el nivel competitivo de los juegos descendiera notablemente. México tenía todas sus esperanzas de medalla puestas en Daniel Bautista, campeón de la prueba de 20 kilómetros de marcha en los anteriores juegos Olímpicos en Montreal. Esas esperanzas se habían desvanecido cuando Bautista fue descalificado en la competencia en Moscú, lo que abrió la puerta para que el italiano Mauricio Damilano ganara el oro. Por su parte Rodolfo Gómez, a quién el público en México escasamente conocía, ni por asomo era considerado entre las esperanzas de medalla. Después de la derrota de Bautista y demás andarines mexicanos, Rodolfo Gómez esperaba paciente la llegada del día de su competencia. A diferencia de muchos otros eventos atléticos en los que la calidad competitiva se había debilitado por la ausencia de los participantes norteamericanos, europeos y de otras nacionalidades, derivada del Boicot, en el Maratón los grandes favoritos eran los corredores africanos, que sí estaban presentes, pero principalmente el gran favorito era Waldemar Cierpinski, campeón defensor.

La ruta del Maratón Olímpico de Moscú estaba trazada en gran parte, sobre la riviera del Río Moscova, que atraviesa serpenteando la Ciudad de Moscú. Después de un inicio típico de Maratón Olímpico, muy táctico, en el que todos los corredores trataban de protegerse en el pelotón, los ataques brillaban por su ausencia y el ritmo de competencia era inferior al potencial máximo de los participantes, Rodolfo Gómez intenta un pequeño jalón a la altura del kilómetro 25, cuando la carrera transcurre junto al río en dirección aguas abajo. Nadie responde y Rodolfo mantiene el paso, empezando a despegarse del grupo y a consolidarse en la punta.
Fue definitivamente una muestra de coraje y de hambre de gloria por parte de Rodolfo, lanzarse en solitario a liderear la carrera, pero hoy día, después de muchos años de ver y volver a ver los videos de esa carrera, es relativamente sencillo concluir que la decisión de Rodolfo, de escaparse tan temprano del pelotón, fue un rotundo error estratégico:
En primer lugar, la mayor parte restante de la ruta sobre el Moscova era en dirección aguas arriba. La pendiente ascendente, aunque ligera, sería constante hasta cerca del final y Rodolfo tendría que trepar en solitario mientras el pelotón trabajaría “en equipo” para cazarlo. En segundo lugar, y tal vez mucho más importante, el campeón defensor, Waldemar Cierpinski, acechaba conservadoramente en la cola del pelotón de persecución, cobijado por el resto de los corredores, con el agravante de que la principal virtud del gran corredor germano era su habilidad para cerrar con gran fortaleza en los tramos finales.

A pesar de todo, Rodolfo llegó a sacar cerca de 150 metros de ventaja al pelotón y se mantuvo lidereando la competencia durante cerca de 10 kilómetros. Sin embargo, correr en solitario con pendiente ascendente poco a poco fue cobrando factura y Rodolfo empezó a perder terreno. Primeramente fue alcanzado por el corredor holandés Gerard Nijboer, en las inmediaciones del kilómetro 35. Unos metros después, el alemán Cierpinski irrumpió en los primeros lugares rebasando al mexicano y después al holandés, para colocarse en el liderato de la carrera, el cual ya nunca perdería. Rodolfo muy pronto fue absorbido por el resto del pelotón, llegando a caer rápidamente hasta el 7o lugar.

Waldemar Cierpinski contaba con apoyos científicos y tecnológicos adelantados años luz a los recursos con los que disponía la mayoría de los demás maratonistas en el mundo en esa época. En alguna ocasión, estuvo con su equipo durante varios días entrenando en la Cd. De México y fue posible observar como sus asistentes extraían muestras de sangre del corredor, al vuelo, mientras corría, con objeto de medir la concentración de ácido láctico en su sangre y con base en información derivada de dicho análisis, tomar decisiones acerca del ritmo, intensidad, distancias, etc., a los que debía entrenar y competir y de los ajustes a su régimen que se debían hacer en consecuencia; esto, solo como una muestra de los métodos científicos adelantados a su época, que eran utilizados ya desde ese tiempo en la preparación de los atletas de los países de detrás de la cortina de hierro.

A final de cuentas pasó lo que tenía que pasar; el gran corredor alemán no solo mantuvo un paso de carrera impresionante, sino que todavía se dio el lujo de acelerar en los últimos kilómetros, dejando prácticamente parado al resto del pelotón, incluyendo a Rodolfo Gómez, para ganar el Maratón Olímpico con un tiempo de 2:11:02, convirtiéndose en el segundo ser humano, después de la leyenda etíope Abebe Bikila, en ganar dos veces consecutivas la prueba del Maratón en unos Juegos Olímpicos. Rodolfo, por su parte, logró recuperar un poco de terreno, rebasó a un corredor etíope ya dentro del estadio y terminó la prueba en 6º lugar con un sólido 2:12:38, que hasta la fecha sigue siendo el mejor papel de un corredor mexicano en un Maratón Olímpico, conjuntamente con el 6º lugar de Germán Silva en los Olímpicos de Atlanta.

Después de su derrota en Moscú y hacer caso omiso a lo que se recomienda de parar por lo menos 6 meses para otro maratón, decidió competir en el Maratón de Nueva York, el veintiséis de octubre, apenas ochenta y seis días después de su anterior aparición. “Yo sabía que me podía preparar en seis semanas y como después de Moscú me sentía descansado, aposté a ser protagonista para darme a conocer en uno de los grandes”, recuerda. A la mitad de la competencia el debutante Alberto Salazar, un estadounidense de veintidós años nacido en La Habana, Cuba, iba empatado en primer lugar con Gómez, ambos con un registro de 64:52 minutos, pero en el kilómetro 34 Rodolfo aminoro el paso para hidratarse, cosa que aprovecho Salazar saco unos metros de ventaja y no aflojo hasta llegar a la meta y ganar con 2:09:41, mejor debut en ese momento, Gómez entró segundo con 2:10:14 y así palió en parte la pena por haber dejado escapar la medalla olímpica el verano anterior.

El primero de marzo de 1981 ganó su primera carrera de cuarenta y dos kilómetros 195 metros, en Tokio con un tiempo de 2:11:00 horas. 
Siguió el maratón de Atenas, en 1982 lo organizó la Federación Internacional de Atletismo como un ensayo un año antes del inicio del Campeonato Mundial.
 El siete de marzo, un año y una semana después de reinar en Tokio, Rodolfo dijo sí al reto en una prueba en la que estuvieron casi todos los grandes maratonistas del momento, excepto Seko y Salazar. La salida fue en el pueblo de Marathon. Rodolfo se acomodó en el grupo que se mantuvo tranquilo durante los diez primeros kilómetros, a partir de los cuales comenzaron las subidas. En ese momento comenzó a sentirse una brisa suave y unos quince minutos más tarde llegó la lluvia que duró hasta cerca del kilómetro treinta. Intentó par de jalones, pero recibió respuestas hasta que pudo escaparse y ganó con 2:11.49, casi dos minutos delante del bielorruso Vladimir Kotov. 

Poco tiempo después vino Rotterdam, donde lo contrataron para ir de liebre, “Me pagaron para ir delante hasta el kilómetro veinticinco. Debía pasar el Medio Maratón a sesenta y cuatro minutos y a partir de ahí mantenerme”, pero no contaban con que los favoritos a ganar abandonaran la prueba, el director del maratón que iba en motocicleta, hablo con Rodolfo y le pidió seguir hasta la meta, sin haberlo planificado sumó su tercera victoria seguida en un maratón importante, con 2:11:57 horas, seguido del polaco Ryszard Marczak, quien se retrasó medio kilómetro. 

Hasta ese momento, los organizadores de los maratones ofrecían dinero, pero no lo reconocían. El doce de septiembre los dueños de la carrera de cuarenta y dos kilómetros 195 metros de la ciudad estadounidense de Eugene, en Oregón, cambiaron la tradición y dejaron de hacer el juego al falso concepto de deporte amateur al ofrecer veinte mil dólares al ganador y premios en metálico hasta el ocupante del décimo lugar. 
La prioridad de Gómez era prepararse para intentar ganar Nueva York, pero no soportó la tentación y se fue a correr por dinero, se corono campeón con 2:11:35, seguido del etíope y el estadounidense, en ese orden. Villanueva pasó la línea en séptimo lugar con un récord mundial máster de 2:13:41.

Llevaba cuatro maratones en seis meses, Rodolfo Gómez se vio bien en los entrenamientos para Nueva York 82 y eso aumentó las expectativas por el duelo de revancha contra Salazar, termino igual que el anterior en segundo sitio con 2:09:33 horas.

 El día antes de San Valentín del año 1983, Rodolfo Gómez fue el primer mexicano en bajar de 2:09 horas en la distancia de cuarenta y dos kilómetros y 195 metros, pero ni el mismo corredor sabe qué tiempo hizo porque para los libros de atletismo esa proeza jamás existió. Aquel domingo trece de febrero el japonés Toshihiko Seko ganó el maratón de Tokio con un tiempo de 2:08:38 horas, seguido de su compatriota Takeshi So (2:08:55) y de Gómez (2:09:12). Seko impuso una plusmarca de su país y cuando volvieron a medir el circuito para homologar el registro comprobaron que tenía ciento sesenta metros de sobra.  Así que nadie sabrá cual fue el tiempo real cuando cruzo la marca del maratón.

Con dos años de retiro por lesión de ciática, regreso para ganar el Maratón de Pittsburgh el tres de mayo de 1987 a la edad de 36 años gano su ultimo maratón fuera de México con 2:13:07 horas. Cerro con broche de oro ganando el Maratón de La Ciudad de México de 1987.

Gómez logro ser el mejor maratonista, el primer mexicano en ganar maratones fuera de México, a nivel internacional, así como ganador de cuatro medallas panamericanas, ocupó el sexto lugar en los juegos olímpicos de Moscú en el 80, y además tres veces participo los juegos olímpicos.
Más tarde se convirtió en un entrenador de atletismo, fue coach de Andrés Espinosa, Germán Silva, Benjamín Paredes, Adriana Fernández, Isaac García, Martín Pitayo y Isidro Rico, ganadores de varios de los más prestigiosos maratones.

Hoy, Rodolfo Gómez sigue en su labor de entrenador y representante de algunos corredores de élite, fue Entrenador Nacional de Maratón de Perú, después de una ausencia de más de 5 años, regreso a México estas fueron sus palabras: "Me paguen o no me paguen, yo vengo con la idea de levantar el fondo mexicano, porque ya lo hice hace muchos años, trabajamos y logramos hacer un gran grupo de maratonistas a nivel internacional".
Trabaja con un grupo de deportistas mexicanos, entre los que se encuentra Víctor Montañez, quien logro bronce en los 5000 metros planos de los Juegos Centroamericanos y del Caribe Barranquilla 2018.

TOKIO, JAPÓN: Toshihiko Seko (Izq.) de Japón y Rodolfo Gómez de México compiten durante el Maratón Internacional de Tokio el 13 de febrero de 1983 en Tokio, Japón. (Foto de Sankei Archive / Getty Images)

Rodolfo, corriendo codo a codo con Alberto Salazar, en la épica batalla que ambos protagonizaron en el Maratón de Nueva York en 1982.
Rodolfo Gómez (MEX) en  Rotterdam Marathon 1983
Contributor: PCN Photography / Alamy Stock Photo


OTRAS IMAGENES:




Maratón Olímpica de 1980 en Moscú. Rodolfo Gomez de México lideraba la carrera, desapareciendo y terminando en el sexto lugar



FUENTES:
https://en.wikipedia.org/wiki/Pittsburgh_Marathon#Past_winners
https://www.iaaf.org/athletes/mexico/rodolfo-gomez-139063
http://cronicasmaratonytriatlon.blogspot.com/2013/11/rodolfo-gomez-el-gran-pionero-del.html
Los Duros del Maratón

0 comentarios:

Publicar un comentario

    "Este Blog utiliza cookies de terceros para mejorar su uso, si continuas en el blog entendemos que estás de acuerdo. OK"